Uno de los aspectos más interesantes del pasado lacianiego es la existencia de un poblamiento prerromano disperso por el valle. La tribu de los paésicos, pertenecientes a los astures, habitaban éstas tierras, y lo hacían en castros, es decir, poblados fortificados.
Los castros han dejado una importante huella en Laciana, no solo con sus ruinas, sino con una toponimia y una mitología, que los convierten en un referente cultural para los lacianiegos. Sin embargo, poco o muy poco conocemos sobre nuestros antepasados. El marketing y el desarrollo de los regionalismos-nacionalismos durante el XIX, propiciaron el desarrollo del "celtismo" como seña de identidad del noroeste peninsular. Aspectos como "música celta", "mitología celta", "tierra celta",etc. son habituales en nuestra sociedad, y sin embargo, no son un reflejo de la realidad.
Los castros lacianiegos forman parte de un conjunto mayor, de una cultura que abarca un territorio importante del noroeste peninsular: la cultura castreña. Esta cultura tiene aspectos propios, rasgos localistas, y elementos diferenciadores que la convierten en un elemento realmente propio y realmente diferente. Por tanto, ¿por qué hablar de celtismo y buscar la singularidad en una cultura artificial y generalista, cuando poseemos una cultura realmente propia y singular? Debemos concienciarnos del pasado y conocerlo, pues de lo contrario estaremos "asesinando" nuestra riqueza cultural y patrimonial.
La situación de los castros lacianiegos, tanto de la Cultura Castreña como los posteriormente ocupados en época romana, es lamentable. La maleza los cubre, las explotaciones a cielo abierto y las escombreras los destruyen. Están asesinando nuestro pasado y no hacemos nada. El Patrimonio Cultural de Laciana es de todos los lacianiegos, y no debemos permitir que se destruya en base a los intereses particulares, pues debe ser fuente de riqueza para todos, no para unos pocos. Hay otros lugares que han aprendido a conocer y proteger su cultura y su pasado, que en esencia es parte de nuestro presente y nuestro futuro. Laciana y los lacianiegos debemos aprender a hacerlo antes de que sea demasiado tarde.